El capitán croata nació en Zadar, ciudad de la disuelta Yugoslavia, y de niño fe un refugiado de guerra.
Junto con su familia sufrió el desplazamiento de la guerra croata de independencia, vivió en hoteles con otros refugiados y cuando tenía seis años de edad tuvo que soportar la ejecución de su abuelo en el asentamiento de Jesenice.
Al final de la guerra les devolvieron las casas del pueblo de Zaton Obrovacki, pero ya ‘Lukita’ empezaba a jugar fútbol y su familia le apostó todo a la carrera deportiva del pequeño de la casa y no se equivocaron.
Hoy Luka Modrić, con 32 años de edad, tiene una gran trayectoria internacional, llegó a la final del mundo con la selección de Croacia y fue consagrado como el mejor jugador del Mundial Rusia 2018.